Contacto Diferente: El masaje Terapéutico

  

“Sana que sana colita de rana”, decía la mamá cuando nos pegábamos en cualquier parte de nuestro cuerpo. Siempre el contacto y tacto nos han traído un vínculo de apego que nos permite liberarnos del dolor de un golpe instantáneo pero también nos hace sentirnos sostenidos en la vida.

El dolor ocurre cuando nos pegamos en cualquier lugar. Ese golpe en el 5to dedo del pie contra el borde de la cama, hace que inmediatamente nos llevemos nuestras manos al dedito y aliviemos el golpe con un sollozo e inclusive, algunas veces con una que otra mala palabra. Pero la magia va mucho más allá de “sobar” el sitio del dolor.

El dolor es un mecanismo fisiológico del sistema nervioso central el cual nos alerta sobre un riesgo potencial que ponga en peligro la vida, existe para protegernos. Cuando nos tocamos inmediatamente después de un golpe, ocurre un fenómeno conocido en el estudio del dolor como la sensibilización periférica,  el cual busca minimizar el estímulo doloroso de entrada al tálamo, ese lugar del cerebro donde se procesa el dolor.

No es sólo un mecanismo físico y orgánico del cuerpo de disminuir el dolor, en realidad ese contacto con nosotros mismos o ese canto de la rana de la mamá en el sitio de la lesión generan un tacto sanador.

Sin embargo, qué difícil es hablar del contacto y el tacto en un mundo tan convulsionado por la lujuria, donde el concepto del contacto contiene en si connotación sexual que nos hace pensar en nuestro cuerpo o el cuerpo del otro como un objeto que únicamente se podría relacionar con otro cuerpo, a través de la sexualidad o la corporalidad. Del tacto al abuso, hay una brecha muy estrecha, demostrada por los delitos sexuales contra menores y mujeres a lo largo de la historia.

El cuerpo es un templo sagrado, perfecto en sí mismo y con una delicadeza tal, que debe ser tratado con el respeto que se merece. Pero a veces, parece como si lo único que percibimos de nuestro cuerpo es lo que no funciona o lo que duele y no alcanzamos a darnos cuenta que todo el resto de nuestros tejidos y órganos están armoniosos. Entrar en contacto con nuestro cuerpo a través del masaje es una herramienta que promueve la compasión con nosotros mismos, y entre más compasión hay por sí mismo más compasión hay por el otro.

Promuevo un contacto diferente con nosotros mismos y con los demás, porque por nuestro cuerpo discurre la capacidad innata de sanación. Los brazos con sus manos, son la extensión del corazón (es por eso que abrazamos con nuestros brazos, rodeando el cuerpo del otro), y nos permite tocar al otro con esa intención de sanar y sanarnos a nosotros. Todos somos sanadores, al  afinarnos como un instrumento con la Luz para este fin.

En el tacto, la intención lo es todo. Esa expresión de masaje con final feliz nos devuelve a esto del contacto con connotación sexual. Salirnos de esa idea preconcebida que la única forma de tocarnos sea sexual, o bailando (muchas veces reggaetón), transportándonos en Transmilenio o siendo abordados por la delincuencia común para robarnos, es un gran reto. Creer en un tacto bondadoso, sanador, con seguridad y cohesión que estamos siendo sostenidos por las manos de un extraño o de un conocido, que nos permita entender que podemos tocarnos diferente y confiar en la intención amorosa del otro.

Que reconciliación sería que pudiéramos aprender a hacer masaje para nosotros mismos y para los demás, para encontrar más manos en el mundo que estén dispuestas a exponer su corazón para hacer de este planeta un lugar más amable y confiable.

Por eso, cuando hago un masaje, ofrezco mi corazón extendido a lo largo de mis brazos, hasta mis manos y así brindar mi conocimiento en movimiento al servicio de quien se dispone a recibir un verdadero y genuino contacto diferente.

¿Hacemos un taller de auto masaje y principios básicos de masaje?

Déjanos tus comentarios o escríbenos por el contacto del blog.

Foto: Masaje Tailandés General por Karim Estefan

Modelo: Maria Dalmazzo

Terapeuta: Lina Rubiano